(vista por Alacrán)
De vez en cuando algún director y algún productor ponen los huevos encima de la mesa y se atreven con algo verdaderamente transgesor y original.
Hedwig es divertidísima cuando se pone en plan alegre (como cuando el protagonista habla de su tesis universitaria sobre filosofía y rokanrol titulada I Kant get what I Want), es desgarradora cuando se pone dramática, y capta perfectamente la esencia del glam y del rock más ambiguo cuando se pone psicodélica.
Las canciones (originales) son tan cojonudas que las podía haber firmado tranquilamente David Bowie, porque sí, esto es un musical con todas las letras. De piedra se tuvo que quedar el Duque Blanco con ese apoteósico climax en el que se explica porqué tiene los ojos de diferente color.
Si se te pone piel de gallina con el disco de Antony, si te parece que C.R.A.Z.Y. está sobrevalorada, o si Marilyn Manson te parece un tipo entrañable no te la pierdas. Si crees que la homosexualidad es una enfermedad o Acebes te parece un ejemplo de coraje y pundonor, evítala como la peste.Nota: Sobresaliente
4 comentarios:
En la caja del DVD decía que era la Rocky Horror de los 90's; y no, no lo es. Pero no se malentienda: es una excelente película, pero a su propia manera. Mención honorable a la actuación de Michael Pitt; muy bueno siempre que le encargan esos papeles de junkie. ¿Canción favorita? Yo apuesto por Wicked little town.
Saludos.
La tesis és més aviat "You, KANT, always get what you want".
Si ens posem freaks, posem-nos-hi amb rigor.
Per cert, si trio, em quedo amb "The origin of love" (pastelón, vale)
Excelente película, trasladada al celuloide tras su exitoso paso por el Broadway "canallesco". Incluso pasó por shows televisivos y revistas como Time o Rolling Stone. Por ello se hizo la película con la estimable colaboración de la productora de la famosa película "Happiness".
Cameron Mitchell consigue, en su debut como realizador, un film pleno de fuerza dramática, enriquecida por numerosos apuntes culturales tanto pops como kitchs y en muchas ocasiones naiffs. Por medio de la impresionante fuerza de sus canciones (maravilloso el momento en que canta "el nacimiento del amor") y repuntado por dibujos animados que subrayan y explican mejor los textos, Cameron Mitchell dona al espectador imágenes muy sugestivas que explican perfectamente el universo decadente de sus personajes.
En el fondo es un drama propio de los culebrones, donde el amor, la traición, la soledad, busca de identidad y la reconciliación van sucediéndose entre canción y canción, siempre con una unidad narrativa impecable.
Las interpretaciones de los desconocidos (por estos lares) intérpretes secundarios es muy buena, aunque Cameron Mitchell es el alma de la cinta. Su interpretación podría, perfectamente, haber sido finalista de los Oscars.
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