22.9.08

Elèctric Bar

Ahora los lunes en el Elèctric Bar (Travesera de Gràcia 233, cerca del metro Joanic, Barcelona) ponen películas de Chaplin (La quimera del oro, El circo, Candilejas, Luces de la ciudad, Tiempos modernos)... y en breve empieza un ciclo de cine mudo con música de piano en directo.
Pero no sólo de cinefilia vive el Elèctric, también sufren de melomanía y casi cada noche hay conciertos variopintos: jazz tradicional, jazz latino, gipsy swing, música brasileña, música clásica, tangos, electrónica, boleros, experimental, funk, groove, soul, afrobeat... a veces hasta se atreven con el pop-rock para las masas. Y cuando no hay música en directo es que hay espectáculo de marionetas o monólogos de humor o cosas así. Es un no parar.
Y si charlas con la gente del público te das cuenta de que quién más quién menos es un artistazo. Escritores, reporteros, ilustradores, guionistas, reparadores de bicis, narradores orales (anteriormente conocidos como "cuentacuentos"), dibujantes de cómics... El ambiente es como el de esos bares modernistas de antaño que reunían a los artistas e intelectuales de la época, pero con menos glamour y más caipiriñas.
Y en las paredes: más arte. A veces hay cuadros, pero el viernes pasado lo que había era una instalación artística que homenajeaba al Síndrome de Diógenes a base de recoger basura y pegarla por las paredes y amontonarla dentro de una gran jaula de gallinas. De la yuxtaposición de a) iconografía religiosa, b) pornografía setentera, c) postalitas, d) cromos, e) pamfletos, f) juguetes y g) monigotes, surgía un queseyó que la verdad es que tenía su gracia incluso antes de la cuarta cerveza... Después ya era la repolla.
Puede usted ponerse al día de la programación de semejante antro en el Myspace Elèctric Barcelona o, mejor todavía, leyendo los pies de página del poético cómic El reloj del Sr. Lem, con guión de Jordi Relaño y dibujos de Fulvioo, una fascinante e improbable publicación de 32 paginazas a todo color y tan gratis como una bocanada de aire fresco en un día de primavera.

20.9.08

Vicky Cristina Barcelona

La Barcelona de Woody Allen es un lugar mágico en el que: a) los catalanes te pasan por el lado haciendo correfocs sin quemarte el pelo ni interrumpir tu conversación, b) los sitios turísticos no están abarrotados de turistas y c) las prostitutas callejeras del Raval son jóvenes y simpáticas.

La publicidad de viajes es lo que tiene, ahí reside el encanto del turismo. Luego viajas y a la que te despistas te has recorrido millares de kilómetros para visitar sitios bonitos a lo largo del mundo y te das cuenta de que los sitios bonitos son bonitos pero están en el quinto pino, y llenos de gente, y hay que hacer muchas colas y hay que estar mucho rato de pie y hay que dejarse timar por la picaresca local, y el sol te quema el cogote y los zapatos te hacen llagas y el agua del grifo te produce cagalera. Y las turistas americanas que te encuentras por los sitios son veinte veces más gordas que Scarlett Johanson, Rebecca Hall y Penélope Cruz juntas. Y los cascos históricos huelen a pis.

Pero los humanos somos sugestionables y al ver Manhattan nos entran ganas de ir a Nueva York, y al ver Everyone says I love you queremos ir a Nueva York pasando por París y Venecia... Y es un alivio que los escenarios de la peli más pamfletariamente turística del pequeño judío gafotas nos pillen cerca de casa.

Pero bueno, al fin y al cabo se supone que los escenarios bonitos están ahí para enmarcar una historia que no es una comedia romántica al uso, es casi un tratado sobre el amor y las diferentes formas de vivirlo, protagonizado por dos atractivas señoritas con visiones contrapuestas sobre el tema (igual que Clifford y Judah contraponían sus trayectorias en Delitos y faltas, pero sin tanta tragedia). Y ahora ya no sé cual era Vicky y cual era Cristina, pero digamos que la morena apuesta por un amor serio, estable, tranquilo y monógamico, mientras que la rubia prefiere el rollo de la pasión, la libertad, los caprichitos y las intuiciones del momento. Ambos caminos parecen muy respetables, pero ni la una ni la otra lo van a tener fácil al encontrarse cara a cara con un auténtico macho ibérico.
Que Javier Bardem no sólo es guapo y carismático y sofisticado, además pinta cuadros y se conoce los lugares más molones en los que tomar vino y escuchar guitarreo flamenco, vive en una casa descomunal, bicicletea por Collserola y conduce un descapotable rojo que lo flipas.
Sí, sí, chicas, en Barcelona somos todos así, venid a vernos.

Y bueno, las escenas lésbicas entre Penélope Cruz y Scarlett Johanson que nos prometieron son mucho más light de lo que me había imaginado... pero también es verdad que cuando me pongo a imaginar escenas lésbicas enseguida me animo un montón.

Nota: notable alto.

13.9.08

Glengarry Glen Ross

Hay algo de suspense y misterio, pero nos la suda bastante. Lo que importa es ese retrato de los comerciales como monstruos sin piedad ni moralidad ni escrúpulos ni esperanzas ni nada bueno. llevan corbata y a simple vista parecen buena gente, pero son el Mal. Todos ellos, incluso el Jack Lemmon. Son depredadores. Malos bichos que mienten, estafan, traicionan y ninguno de estos atajos les ayudan a progresar. Porque no es que sean supervillanos, ni siquiera los que más triunfan en el arte del engaño, son sólo perdedores atrapados en un rol putrefacto. Igual que los depredadores del reino animal que no pueden dejar de zamparse gacelas porque es lo único que saben hacer para sobrevivir, los depredadores del reino comercial no saben hacer otra cosa que dar por culo a clientes y potenciales clientes. Son dignos de cierta compasión, pero también son dignos de justificable repulsa y miedo. Son cocodrilos atrapados en el barro.

Pero también es verdad que estos depredadores no son nada comparado con los comerciales de las compañías de telefonía de hoy en día. Despojos del sistema educativo al acecho de abuelitas distraídas a las que venderles un contrato ADSL que no saben usar, cazadores de ilusos a puerta fría, telemarketers cojoneros que no respetan ni la hora de la siesta... Ya quisieran ellos tener el carisma que David Mamet y James Foley regalan a sus decadentes depredadorcillos. Ya quisieran ellos tener la gracia de Jack Lemmon, Alec Baldwin, Ed Harris, Kevin Spacey, Alan Arkin y Al Pacino. Porque lo de las compañías de telefonía del siglo XXI ya no son cocodrilos decadentes, son alimañas o moscas verdes o algún otro bicho que hace tiempo que ya no sufre ninguna decadencia porque hace tiempo que tocó fondo. Cada uno de ellos mueve poco dinero, sus estafas son más pequeñas que las de los yuppies de los ochenta, pero son una plaga que ataca de forma repetitiva e indiscriminada y que, en suma, resulta mucho más molesta y afecta a mucha más gente. Al menos, los depredadores de la peli sólo atacaban a idiotas que tiempo ha habían llenado un formulario mostrando interés por el negocio. Con las alimañas de hoy en día nadie está a salvo. Tú puedes ser su próxima víctima. Quizá lo hayas sido ya. En mi casa concretamente nos han dado pro culo los de Telefónica, pero a mi hermana le dieron por culo los de Vodafone, y yo trabajé un tiempo para el servicoo técnico de Auna y puedo confirmar que eso también era una casa de putas.

Nota: notable.
(Y ya que estamos con el tema, les dejamos con algunas ideas para el trato con telemarketers)

12.9.08

La crísis de La Cinefilia

Esto ya es el colmo, no sólo el Nabo va por ahí montándonos webs paródicas sino que ya se cachondean de nosotros hasta los frikis de Geek in Love!

11.9.08

Chiste

Chuck Norris es tan duro tan duro que se conecta al emule desde casa de Ramoncín.

1.9.08

Vuelta al cole

Menudo frustre. Acabo de enterarme de que la histórica película Sleep (la de Andy Warhol, en la que no sale nada más que un señor durmiendo durante 321 minutos) es un fake.
En realidad el señor John Giorno (poeta, cantamañanas y amante del cineasta) se pegó una siestecilla postcoital de duración media, pero Andy Warhol editó la película repitiendo planos para que la duración de la cabezadita se acercase a las saludables 8 horas de sueño recomendadas por los expertos.

"I like doing movies because they're easier than painting", confesó el artista en una entrevista posterior.