23.3.09

American Gangster

Cuando yo mande, legalizaré las drogas. No es que me gusten, y he visto todas las cosas malas que les hacen las drogas a la gente que las toma, desde los fétidos alientos de las fumadoras de cigarrillos mentolados a las caras de los desdentados zombies en chandal que pasean sus monos por los callejones, pero es que ahora que son ilegales se venden igualmente y me da rabia que los narcotraficantes se estén forrando a costa de la salud de un montón de gente.
Si no podemos impedir que se comercie con droga, al menos que los beneficios sean para todos. Me refiero a que unas drogas legales igual de caras podrían estar cargaditas de impuestos y por el mismo precio los drogatas en lugar de estar finanzando criminales estarían arreglando la educación pública, la sanidad o los programas de TVE, y todavía sobraría dinero para hacer campañas contra la drogadicción. Quizá incluso habría menos drogadictos, quién sabe, lo que sí que es seguro es que podríamos sentirnos orgullosos de dejar que cada cual se mate a su manera.
Pero hoy en día, tal y como está montado el sistema, los valientes representantes de las fuerzas del orden se pueden sacar más pasta aceptando sobornos de narcotraficantes que encarcelándolos, y es una pena.

En esta peli sale el Russell Crowe interpretando el papel de un poli que no, que ante un dilema así prefiere ser pobre pero honrado. Ya ves tú. Supongo que la Guardia Civil y los Mossos d'Esquadra deben ser todos como él, pero en la peli se hace raro.

Por otro lado, el jefe de los narcotraficantes es el Denzel Washington, pero desprende tanto carisma que parece Barack Obama. Habla tan bien y viste tan elegante y es tan joven y tan guapo y tan negro que casi dan ganas de inyectarse heroína en todas las venas de los brazos y los pies para que le vaya bien el negocio.

Así en confianza, aunque sea de Ridley Scott a esta peli parece que le cuesta un poco arrancar, y dura dos horas y media, y a ratos decae el ritmo, pero igualmente mola porque es de mafiosos.

Nota: notable.

20.3.09

The Darjeeling Limited

Yo es que soy una persona muy superficial y me pensaba que la gracia de viajar era ver cosas bonitas que estaban lejos de casa, pero poco a poco, a lo largo de profundas conversaciones en los andenes más lugubres de los cinco continentes, me di cuenta de que quién más quién menos viaja para encontrarse a sí mismo.
Si eres superficial como yo, igual al hablar con la gente que viaja para encontrarse a sí misma te parece que están un poco locos, pero si te fijas a menudo esta locura es más común que la tuya, con lo que democráticamente ellos son los cuerdos. En serio, parece mentira la cantidad de gente profunda que hay por el mundo. Hablan todos como si fuesen únicos, pero son legión. Los raros somos los que tenemos problemas para apreciar su fascinante cosmogonía interna.
Pero bueno, quizá los que somos superficiales nos estamos perdiendo un montón de fascinantes singularidades que restan escondidas en los abismos mentales de la gente normal profunda, pero tenemos la ventaja de que nos encontrarnos a nosotros mismos en un plis. Yo normalmente me encuentro en el curro, o en casa, o a veces me encuentro en el cine o a veces en primavera me encuentro en un parque leyendo novelitas a la sombra de un alcornoque. Pero creo que no valoro los encuentros conmigo mismo en toda su grandeza porque a penas me saludo ni nada. A veces me acaricio y me toco, pero eso es otro tema que no viene a cuento.
En un albergue del barrio judío de Krakovia estuve hablando con una chica vegetariana que se comía las colillas de los porros y me dijo que no era posible encontrarse a uno mismo esperando el autobús, que para encontrarse a uno mismo era importante sufrir incomodidades y llevar todas tus pertenencias en una mochila. Le dije que la parada de bus en la que yo me sentaba cada mañana era muy incómoda porque el asiento estaba inclinado y en invierno hacía frío y que a veces iba a trabajar llevando mis cosas (carpeta, libros, bocadillo) en una mochila. Me dijo que yo no entendía nada porque no había estado en la Índia. Que se ve que si vas a la Índia no sólo llegas a un estado superior de conciencia que te permite entender las conversaciones con los rastafarians borrachos sino que incluso te comprendes a ti mismo en un plano astral totalmente desconocido para los que no se han limpiado los bajos en las turbulentas aguas del Ganges.
A mi ir a la Índia me dio un poco de pereza. Me sentí como cuando a te recomiendan algún libro que es muy gordo y que tiene muy mala pinta y la curiosidad habita dentro de tu cabeza pero prefieres esperarte a que hagan la película y así te enteras de qué va sin perder tanto tiempo ni sufrir penalidades. (Además, dicen que si vas a la Índia y adoptas un perrito, cuando lo llevas a España es probable que se coma a tu gato y lo lleves al veterinario y te digan que en realidad lo que has traído es una rata devoradora de mascotas.)

Pero ya está: Wes Anderson, el del Life Aquatic, tuvo el detalle de rodar una peli sobre gente profunda que viaja a la Índia a encontrarse a sí misma y mola un montón. Muchos me han dicho que esta peli es un coñazo y en la sala del cine me quedé riendo solo en más de una ocasión, pero supongo que los otros estaban ocupados encontrándose y saludándose a ellos mismos. "Hola qué tal?", "Pues nada, aquí estamos, viendo una peli", "Qué guapo es el Adrien Brody", "Uy sí", "A su manera", "Claaaro".

Nota: excelente.

17.3.09

El banner de la mirada cinéfila

Ladies and gentlemen,
este simpático blog de parodia de crítica cinematográfica que se actualiza muy de vez en cuando ya dispone de un bonito banner de 468 x 60 píxeles así de bonito:

Lo digo por si alguien quiere ponérselo en su página web o imprimirlo y llevarlo para ojearlo en los momentos solitarios en alta mar o dónde haga falta.

15.3.09

Con la muerte en los talones

Cuando Hitchcock rodaba sus películas, las teorías de Sigmund Freud debían estar muy de moda, porque de vez en cuando ponía flashbacks raros en los que los personajes revivían traumas olvidados en el subconsciente o cosas así.
Sin embargo, hoy en día las teorías de Freud están más obsoletas que una colección de pornografía softcore en cintas de video Beta. Por supuesto que el tío permanecereá en la historia de la humanidad como un gran tipo, un cachondo y una de las figuras más influyentes del siglo XX, y lo de popularizar la ides del subconsciente fue un puntazo y lo de ver símbolos de penes en cualquier objeto alargado que se le pusiese por delante seguro que le ayudaba a no perder la sonrisa en las labores rutinarias del día a día; pero lo de la interpretación de los sueños y lo del complejo de Edipo y lo de justificar cualquier trastorno con algún trauma infantil enterrado, eso ya no cuela. Al menos ya no cuela entre los psicólogos serios y las personas instruidas, aunque siga siendo material de primera para estafadores psicoanalistas, opinadores de suplemento dominical y guionistas de telefilmes.
Pero hubo un tiempo en que Freud era la repolla, y el Maestro del Suspense se dejó seducir por su carisma, y si sus pelis no quedan ridículas del todo es sólo porque era un crack y, filmase lo que filmase, lo hacía con maestría. Precisamente por eso le llamaban Maestro del Suspense... bueno, por eso y supongo que también porque tenía un apellido difícil de deletrear.

Quizá si una de sus pelis que mejor aguantan el paso de los años es North by Northwest (también conocida como Intriga internacional o Con la muerte en los talones) es porque en ella los personajes son agradablemente planos y sus neuras son bastante terrenales y el argumento no se contamina con delirios oníricos. Por supuesto que los efectos especiales siguen notandose un poco viejunos y por supuesto que también hay muchas cosas obsoletas, empezando por esas interpretaciones tan acartronadas y terminando por la suprema idiotez de los malos de la película, que cuando quieren matar a Cary Grant, en lugar de pegarle un tiro lo ponen a conducir por acantilados o lo fumigan con una avioneta, pero algunas de las escenas siguen teniendo mucha mucha fuerza (la de la avioneta, aunque no tenga ni pies ni cabeza; o la de los cabezones del Monte Rushmore; o la coña de la subasta...).
En cierto modo, el suspense del Maestro del Suspense también ha quedado un poco obsoleto y ya no asusta como supongo que asustaba en su día, pero tiene un nosequé que sigue molando y sus chistes siguen estando ahí, y pillar un chiste obsoleto resulta más divertido que pillar un chiste fácil. Si en lugar de reirse toda la sala, os reís sólo dos o tres, se establece una complicidad y un sentimiento de pertenecer a una élite cultivada que resulta muy gratificante.
Lo digo porque si está usted viendo esta peli en público y se fija en que, cuando los protas flirtean y empiezan a besarse en la litera de un tren, enseguida se ve la escena desde el exterior y se ve que el tren está entrando en un túnel, acuérdese usted de reirse, porque el tren representa que es un pene y el túnel representa que es una vagina, y el simbolismo de la escena viene a decirnos que Cary Grant y Eva Marie Saint están haciendo el ñogo-ñogo.

Nota: notable.

6.3.09

El truco del infundibulum cronosinclástico

Amigo cineasta, se habrá fijado usted en que en la pelis de antaño, así como en las novelas clásicas, el teatro de toda la vida y en general cualquier forma de narración de carácter viejuno, las escenas se ordenan siguiendo parámetro cronológicos, es decir, que primero va lo del principio, luego lo de después y al final se pone lo último.
Esta forma de narrar favorece la inteligibilidad, es decir que era muy fácil enterarse de lo que pasaba, pero ya quedó un poco obsoleta.

Los flashbacks de toda la vida, lo de poner un personaje diciendo "y me acuerdo que..." y que se nuble la escena y que de repente salga lo que sucedió en el pasado ya está también muy visto. ¡Si hasta salía en Ciudadano Kane que era en blanco y negro! ¡Como las vacas!

Algunas películas como Memento e Irreversible lo que hacen es ordenar las escenas por orden estratigráfico, es decir al revés, primero lo último, luego lo de antes y al final lo del principio, y queda muy moderno y muy fardón, pero el truco que queremos recomendarte en la entrga de hoy de nuestro irregular curso de Trucos para Cineastas consiste en ir a lo fácil y poner todas las escenas desordenadas.

Desde luego que se pierde en inteligibilidad, pero esto no tiene por qué ser un inconveniente.
Piensa que si tienes un guión sencillico, con una historia que en apariencia no de mucho de si, puedes rodarla de forma desordenada, alternando escenas del presente con escenas del pasado y del futuro y del antes y del después, y dejarás a los espectadores con la boca abierta, alucinando, intentando recomponer el argumento pieza a pieza. Con un poco de suerte quedarán tan desconcertados que no sabrán si lo que están viendo es a) una chufa o b) una obra maestra, pero queda muy fardón decir que nos gustan las películas que nos hacen pensar, de manera que seguramente apostarán por lo segundo.

Al fin y al cabo a todos nos gustaban los puzzles cuando éramos chiquillos.

1.3.09

Emotiva despedida

(ya no tengo tanto tiempo para comentar pelis como antaño, pegaré aquí un comentario muy emotivo que puso un lector anónimo pero enternecedor en la reseña de Push)

Este comentario no tiene nada que ver con PUSH, que ni he visto ni creo que lo haga, al menos hasta que la emitan en la primera dentro de unos cuantos años. Este comentario es a modo de despedida después de nuestra breve pero intensa relación.

Resulta que descubrí este blog hará unas escasas 48 horas, e inmediatamente pasó a formar parte de mis marcadores, con la esperanza de que aquí encontraría otra ración (si no diaria, al menos constante) de información, de opinión y de ese simple sentimiento de comunidad que se obtiene cuano lees las palabras de otro que te dicen aquello que piensas, que pensarás, o que podrías pensar si no fuera porque ya tienes forjada tu propia opinión. Así que, con la intención de pasar a formar parte de este blog, decidí familiarizarme con su pasado, leyendo post antiguos a fin de no ser ese advenedizo que aparece de repente y que no es bien recibido. En mala hora.

Descubrí con malestar lo desagradable que resulta su blog, con sus enormes defectos que nublan cualquier discreta virtud que pudiera encerrar. Su actitud pedante en extremo, su poco respeto por la opinión ajena, su anticlericarismo de cara a la galería, su orgullo al declararse proscrito por sus refinados y cultos gustos cinematográficos, esa actitud de "pobrecito imcomprendido" que probablemente necesita para al menos sentirse alguien, esa necesidad de ofrecer la opinión contraria a la general por el simple afán de ser el "especial" o el intelectual...jamás he usado ese termino, que no me hacia ni puta gracia, pero si algún día la RAE incluye "gafapasta" en su diccionario, le aseguro que la acepción llevará un enlace a su blog.

Le suplico que no pierda el tiempo contestando, o incluso leyendo esto, pues sólo se trata de un descargo de conciencia después de los preciados momentos de mi vida que he perdido leyendo por aquí.

Hasta nunca, pero con cariño.